Desde la AAI trabajan cada día para dar apoyo a diferentes causas y ayudar a lograr sus objetivos. Uno de los principales es obtener un mayor reconocimiento profesional de la figura del Diseñador de Iluminación y de Videoescena.
Por este motivo han redactado esta carta abierta para difundir entre los profesionales del sector, manifestando la idiosincrasia de la disciplina de la Videoescena y pidiendo una serie de mejoras en beneficio del futuro de la profesión. Al final de la carta encontrarás un formulario donde podrás apuntarte para dar tu apoyo. Como no podía ser de otra manera, en AFIAL nos unimos y apoyamos esta iniciativa. Ésta es la carta:
CARTA ABIERTA DIRIGIDA A LOS DIRECTORES ARTÍSTICOS Y GERENTES DE LOS TEATROS, A LOS DIRECTORES DE PRODUCCIÓN DE LOS MISMOS, ASÍ COMO A LOS ORGANIZADORES DE LOS PREMIOS TEATRALES, DE PARTE DE LOS DISEÑADORES DE VÍDEO Y PROYECCIÓN PARA LA ESCENA, TAMBIÉN NOMBRADOS DISEÑADORES DE VÍDEOESCENA, VÍDEOCREADORES PARA LA ESCENA O VÍDEOARTISTAS PARA LAS ESCENA.
HISTORIA NO TAN REMOTA
Del origen y la bastardía de nuestro quehacer artístico, no cabe la menor duda. Y ya viene expresada en la disonancia que establecen de inicio, en cuanto a la imagen en movimiento, el mago Méliès y los burgueses-filántropos hermanos Lumière, antes la proyección de sombras en java para contar cuentos e historias. Más aún, los primeros hacedores de vídeo para la escena, eran vídeoartistas experimentales y su obra se inmiscuía con el mundo del teatro de manera solitaria y nada estructurada en cuanto al proceso.
Cierto que Piscator uso películas proyectadas para sus decorados y Svoboda utilizó de forma muy creativa la proyección de diapositivas, filminas y películas, así como la imagen de TV en los inicios de la señal electrónica de vídeo, pero fue a en los noventa cuando el vídeo entró de lleno en las artes escénicas y es una disciplina que se va adaptando a la evolución tecnológica pero también es la propia evolución la que modifica el discurso de directores, creadores o dramaturgos.
Así de confusa es nuestra historia.
No obstante, sabemos a día de hoy que el ADN no es sino un dato más en toda circunstancia y causa, por lo cual sentimos que ya no estamos en la época del artista visual solitario invitado como colaborador, ese que todos recordamos incomunicado tras su ordenador mientras tomaba un redbull tras otro. Estamos en la época de la unión de sinergias, de la colaboración y la creación colectiva y por esta razón esta carta toma aún más sentido.
QUÉ MANIFESTAMOS
Manifestamos nuestro deseo que se nos valore como diseñadores teatrales de pleno derecho e independencia respeto a los demás departamentos. No por llegar los últimos debemos aceptarlos sobrantes de los que llegaron antes ni convertirnos en “los pesados que no paran de pedir” como si fuéramos el hermano pequeño de una familia de muchos.
Cuando hablamos de pleno derecho e independencia nos referimos a que la implementación del vídeo no es sólo una herramienta de la escenografía, hace tiempo que ya dejó de serlo. Si fuera así, también podría ser la iluminación parte de la escenografía puesto que la baña con su haz. O la iluminación parte de la interpretación, si jugamos a los absurdos.
El vídeo para la escena (sea en teatro, circo, ópera o danza) es un lenguaje dramatúrgico más que narra a través de la visualidad, junto con el resto de los lenguajes plásticos que confluyen en la puesta en escena, una historia con el objetivo común de impactar y provocar al espectador.
QUÉ PEDIMOS
Que se cuente con nuestro trabajo a nivel presupuestario ya en el inicio de los proyectos y no como adenda a la escenografía.
Que nuestros sueldos estén a la par de los de cualquier otro diseñador que vaya a dedicarse plenamente al proyecto en curso.
Que se cuente con que nuestro trabajo no comporta solamente el caché del mismo a nivel de producción, sino que también comporta el gasto en producción de las imágenes y en derechos de imagen. Igual que a un escenógrafo se le asigna partida de ejecución e igual que se tienen en cuenta de inicio los gastos de derechos de un texto teatral o una música.
Estamos acostumbrados a ser hombres y mujeres orquesta que graban, pintan, animan, postproducen, etc, pero no siempre se puede y más en el entorno de especialización de todas las profesiones en las que confluimos, solo hay que ver el número de personas que en el cine o la TV se dedican a hacer un producto audiovisual.
Que se nos dé una categoría de videoescena o diseño de vídeo en los Premios Max o en otros premios de artes escénicas. Creemos que hacer conocer las profesiones teatrales a través de premios beneficia enormemente a la industria. La visibilidad y conocimiento del gran público de la disciplina aporta un valor intrínseco al arte plástico escénico y puede ser un reclamo más a la hora de generar una estructura teatral sostenible y rentable.
Que se reconozca la autoría del diseño de vídeo como ya se reconoce con el texto o con la música, por parte del SGAE o de cualquier otra sociedad de autores para la escena.
FIRMA
Esta carta abierta es una propuesta definida a través de la AAI (Asociación de Autores de Iluminación y videoescena) a la que esperamos se sumen otras entidades y profesionales del sector.
Si quieres apoyar la propuesta puedes firmarla a través de este link: